Primero cobraron el espacio, luego el silencio… y en Tecate ya nadie pregunta por IBERPARKING

Durante meses, IBERPARKING fue sinónimo de indignación en Tecate. La instalación de parquímetros sin un proceso claro, sin consenso ciudadano y con un esquema de cobro poco transparente generó un rechazo inmediato. Se alzaron voces, surgieron protestas, se hicieron llamados al gobierno municipal. La gente exigía explicaciones: ¿quién autorizó esto?, ¿quién se beneficia?, ¿por qué no se tomó en cuenta a la comunidad?

El coraje fue real. Tecate, un pueblo acostumbrado a defender lo suyo, no se quedó callado. Por un momento, parecía que la presión social lograría frenar lo que para las y los tecatenses es un acto de corrupción. Y de cierta forma, así fue: hoy en día, hay quienes afirman que IBERPARKING ya no opera. Las multas desaparecieron, los cobros se detuvieron, y la actividad en torno al sistema parece haberse congelado.

Pero los aparatos siguen ahí. Silenciosos, inactivos… pero presentes.

Y su presencia habla.

Porque aunque ya no estén cobrando, siguen enviando un mensaje claro: “podemos volver en cualquier momento.” La sensación de que algo injusto puede reinstalarse sin previo aviso sigue latente. El simple hecho de que los dispositivos estén ahí, en medio de las calles del centro, genera desconfianza. ¿Por qué no los retiran si ya no se utilizan? ¿Quién tiene la última palabra sobre su reactivación?.

Este tipo de “presencia fantasma” mantiene viva una tensión silenciosa. No hay cobros, pero sí un recordatorio constante de cómo se puede alterar la vida pública sin consultar a quienes habitan el municipio.

Y esa desconfianza cala. Se filtra en las conversaciones cotidianas. Algunos evitan estacionarse donde están los parquímetros, por si acaso. Otros piensan que es cuestión de tiempo para que el sistema vuelva a encenderse. Pero lo más preocupante es que, al mismo tiempo, el tema ha dejado de ocupar espacio en la agenda pública. Ya no hay protestas, ni comunicados, ni presión ciudadana. Solo hay una sensación de que algo quedó a medias… y que esa pausa puede convertirse en regreso.

IBERPARKING no solo instaló aparatos. Instaló una herida sin cerrar. Una estructura física que se volvió símbolo de desconfianza institucional. Y mientras sigan ahí, sin claridad sobre su estatus, el mensaje sigue siendo el mismo: “aquí mandan otros, no tú.”

Tecate merece respuestas, no incertidumbre. Merece transparencia, no negociaciones ocultas. Y sobre todo, merece respeto a su espacio público, a su historia, a su forma de vivir la ciudad.

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